AlfaxAlfa; MileApo | 3




—¿Hasta d贸nde planeas llegar con Apo? —pregunt贸 Jeff al ver a Mile tan concentrado en responder al mensaje que le lleg贸.


Lo ignor贸 hasta que la respuesta fue enviada—. No lo s茅 —admiti贸—. Me atrae, demasiado, pero no puedo decir por ahora hasta qu茅 punto quiero llegar con 茅l porque ni siquiera s茅 si se podr谩 acostumbrar a m铆.

Mile nunca fue irresponsable sobre hacerle saber a sus parejas o intereses amorosos y sexuales hasta qu茅 punto quer铆a llevar las relaciones, siempre pens贸 que ser honesto desde el inicio era lo indicado. Tambi茅n lo fue con Apo al decirle que le interesa tener relaciones sexuales con 茅l, pero nunca descart贸 que le pudiera llegar a interesar de otro modo.

A lo que se refiere con que no sabe si se podr谩 acostumbrar a 茅l es por la cuesti贸n de las feromonas. Apo lleva toda su vida con una mentalidad alfa activa donde es 茅l el dominante y donde el que se le vierta feromonas de otro alfa es se帽al de ataque. Por no hablar del 谩mbito sexual donde nunca recibi贸.

Si Apo lo acepta en todas las maneras posibles, sin un rechazo de alfa a alfa, y llega a existir la vertiente de que algo m谩s suceda entre los dos, Mile la tomar铆a sin duda alguna. ¿Y c贸mo no? Apo es un alfa dominante excepcional que le demostr贸 inconscientemente que puede ser tan fuerte como tierno.

A causa de un viaje laboral Apo estuvo fuera de Tailandia durante las 煤ltimas tres semanas, lo que imposibilit贸 que tuvieran otro encuentro. Por fortuna, la tecnolog铆a es una maravilla y aunque no se vieron, el contacto se mantuvo todos los d铆as.

En el mensaje, Apo le dijo que regresar铆a al d铆a siguiente al pa铆s. Mile le pregunt贸 a qu茅 hora y si podr铆a pasar a recogerlo para invitarlo a cenar despu茅s. Continu贸 la pl谩tica con Jeff en lo que la respuesta llegaba.

—Creo que esta vez la vas a tener dif铆cil —se rio un poco.

—Los dos la tenemos dif铆cil —la sonrisa de Mile se volvi贸 burlesca.

Jeff Satur, su mejor amigo, estaba enamorado de nada m谩s ni nada menos que el hermano menor de Apo, un omega masculino dominante que no aparentaba serlo, sino un beta o un alfa. Barcode no ten铆a la pinta de un omega delicado y al venir de una familia de dominantes, su car谩cter no era ninguna broma.

Los dos amigos platicaron un poco m谩s y se despidieron despu茅s.

La respuesta de Apo lleg贸 por la noche. Se disculp贸 por la demora pero acept贸 que fuera a recogerlo al aeropuerto. Tambi茅n estuvo de acuerdo con dejar su tarde libre cuando Mile se lo pidi贸.

La segunda cita se dio en la casa de Mile, una peque帽a mansi贸n de tres niveles y de un estilo cl谩sico que adquiri贸 para su uso personal a los veinticuatro a帽os. Mientras recorr铆an la casa le coment贸 a Apo que se hizo de ella porque, adem谩s de estar ubicada en un lugar agradable, con una vista hermosa, la estructura le pareci贸 una maravilla. Tuvo que invertir bastante capital para reparar y agregar algunas mejoras, pero vali贸 la pena.

Apo estuvo de acuerdo. En la 煤ltima semana, entre llamadas y mensajes, se llegaron a conocer m谩s que en los 煤ltimos casi treinta a帽os de vida que ten铆an de frecuentarse. Se sorprendieron de los muchos gustos en com煤n que ten铆an, siendo la est茅tica uno de ellos.

Mile lo llev贸 a conocer su sala favorita en toda la mansi贸n, la de m煤sica. En ella encontraron una variedad enorme de guitarras ac煤sticas y el茅ctricas, de distintos dise帽os y estilos. Apo se acerc贸 para admirarlas y luego se dirigi贸 a los discos de vinilo que ocupaban un estante enorme que abarcaba toda la pared.

—¿Cu谩l es tu favorito? —pregunt贸 Apo.

No dud贸 ni por un momento antes de acercarse al reproductor de discos de vinilo y prenderlo—. El Rey... —la inconfundible voz de Elvis Presley lleg贸 a trav茅s de un cl谩sico.

Pasaron a otra sala. En esta ocasi贸n la colecci贸n era de recuerdos u objetos vintage que Mile fue recolectando durante sus viajes. Casi siempre tra铆a algo el pa铆s a donde iba y lo guardaba como un recuerdo que le narraba a 茅l mismo alguna experiencia.

Se quedaron ah铆 un buen rato. Apo preguntaba por alg煤n objeto y Mile le contaba la historia detr谩s de 茅l o por qu茅 decidi贸 adquirirlo. Antes de salir de la sala algo llam贸 la atenci贸n de Apo: un sombrero.

De color verde oscuro, con una cinta negra, el sombrero estaba colgado en la esquina de la habitaci贸n. Se acerc贸 a 茅l—. Est谩 muy bello para que lo tengas colgado —volte贸 a ver a Mile—. ¿Cu谩l es la historia detr谩s de este?

Mile le cont贸 que lo compr贸 en un viaje cinco a帽os atr谩s. A 茅l tambi茅n le gust贸 mucho, pero despu茅s de dio cuenta de que no le quedaba. Prefiri贸 guardarlo porque el verde del sombrero le pareci贸 hermoso y muy intenso.

Mientras hablaba se acerc贸 a Apo y se puso a su costado. La distancia entre los dos no era mucha. En realidad, sus manos casi se rozaban por la cercan铆a y Mile pod铆a f谩cilmente capturar su aroma. Mir贸 el sombrero y se alarg贸 para agarrarlo; aprovech贸 el movimiento para tocar a Apo y poner la mano en su cintura. Ten铆a desde que llegaron queriendo sujetarla.

La cintura de Apo Nattawin ten铆a un encanto especial para 茅l. Cada que lo ve铆a quer铆a sostenerlo de ah铆, adem谩s, le era imposible no prestar atenci贸n a c贸mo se iba abriendo camino a las caderas y tambi茅n el c贸mo su estrecha cintura enmarcaba mejor sus nalgas redondas, firmes y deliciosas...

Se aclar贸 la garganta para aclararse la mente.

—¿Te gusta? —le pas贸 el sombrero.

—Mucho —Apo se lo puso y tal cual fuera para 茅l, le qued贸 perfecto. Se mir贸 al espejo de cuerpo completo que estaba cerca. Aunque el sombrero no quedaba del todo con el conjunto que llevaba, todav铆a se ve铆a muy bien.

—Entonces qu茅datelo.

—¿Est谩s seguro? Lo has guardo por cinco a帽os.

—S铆, pero parece que te estuvo esperando y ya encontr贸 a su verdadero due帽o —se帽al贸 con una sonrisa.

El sombrero les gust贸 a muchos amigos, pero nunca permiti贸 siquiera que lo tocaran. Sin embargo, la primera vez que deja que alguien se lo pruebe es Apo y le queda perfecto, como mandado a hacer. Lo quiso tomar como una se帽al de que el sombrero estaba destinado a 茅l.

Los ojos bonitos de Apo brillaron de la emoci贸n. A Mile le dio risa y sonri贸 ampliamente porque le pareci贸 tierno; un sombrero hizo tan feliz a un hombre que puede adquirir miles de ellos.

—Gracias —se lo quit贸 y lo peg贸 a su pecho, como si sostuviera algo precioso—. ¿C贸mo puedo compensarlo?

—Te lo dir茅 m谩s tarde —arrastr贸 una sonrisa coqueta que dec铆a mucho—. Por lo pronto vamos a comer —entrelaz贸 sus dedos y lo llev贸 al comedor.

En la mansi贸n s贸lo estaban ellos dos. El personal de la cocina consist铆a en s贸lo una se帽ora de limpieza que va cada ciertos d铆as ya que a Mile no le gusta tener a muchos rondando en su casa y como s贸lo es 茅l, no se necesita demasiado.

—No cocin茅 yo. En realidad, aunque soy un fiel amante de la comida, soy muy malo en la cocina; no quiero enfermarte —admiti贸 con una risita—. Pero la t铆a que viene tiene unas manos maravillosas as铆 que le ped铆 que preparara algo para los dos.

El olor de los platillos abri贸 el apetito de Mile e hizo agua la boca de Apo.

Apo se sent贸 en la cabecera de la mesa y Mile a su costado. Cenaron con calma. Apo cont贸 a grandes rasgos c贸mo le fue en el viaje de negocios, no dio mucho detalle de lo que fue a tratar porque no quiso hablar de algo tan aburrido y tedioso que lo tuvo casi un mes fuera del pa铆s.

Durante esas semanas en el extranjero, Apo se dio cuenta de que sent铆a por primera vez la necesidad tan fuerte de ver a alguien. No es un hombre inexperto, ha pasado por relaciones, pero no recuerda esa conectividad con alguien m谩s, ni ese deseo de estar ante 茅l todo el tiempo.

Debe admitir, ese descubrimiento le da miedo. Phakphum Romsaithong es un alfa, al igual que 茅l, y aunque se deshizo por completo sobre cualquier duda que le pueda traer el iniciar una relaci贸n con un alfa, sexual o rom谩ntica, todav铆a le da miedo el tema de las feromonas.

En 茅poca actual, toda persona con un segundo g茅nero oculta casi por completo sus feromonas; social y legalmente est谩 mal visto que estas salgan de manera casual. Siendo alfas dominantes, las feromonas est谩n absolutamente ocultas por control, as铆 que Apo todav铆a no ha sentido las de Mile. Le est谩 gustando mucho Mile, y si este le vierte sus feromonas y tiene una reacci贸n violenta se va a sentir triste y decepcionado.

No le coment贸 esto y siguieron con la cena.

Volvieron al tema de los viajes de Mile ya que a Apo le encant贸 lo poco que le cont贸 cuando estaban en la sala de recuerdos.

—¿T煤 a qu茅 pa铆ses has viajado? ¿Cu谩les fueron tus favoritos?

—Viaj茅 a algunos cu谩ntos, pero al parecer no los disfrut茅 tanto como t煤: casi siempre fueron m谩s enfocados en los negocios de la empresa —admiti贸 Apo con un poco de verg眉enza, y aunque no lo not贸, tambi茅n hubo un tonillo de tristeza.

Mile levant贸 una ceja gruesa—. Entonces deber铆amos planear un viaje que s铆 puedas disfrutar —puso la mano sobre la suya—. Hay muchos pa铆ses maravillosos. Dime, ¿a cu谩l te gustar铆a viajar?

La idea de ir a un viaje juntos surgi贸 de golpe en la mente de Mile y sali贸 de su boca antes de poder procesarla. De igual manera, no se arrepinti贸 de sugerirlo ya que la idea de andar los dos solos en un pa铆s extranjero y disfrutarlo mientras se conocen m谩s y m谩s f铆sica y mentalmente, se le antoj贸 demasiado.

Apo se qued贸 pensando un rato, muchos pa铆ses vivieron a la cabeza, pero no pudo decidirse por uno, adem谩s, su mente se enfoc贸 m谩s en el plan de viajar juntos y que eso que estuvo a帽orando y sinti贸 por primera vez —las ganas de estar siempre ante la presencia de Mile— se podr铆a volver realidad.

—No lo s茅 —contest贸.

—Tenemos tiempo para pensarlo —sugiri贸 Mile—. ¿Qu茅 te parece si vemos opciones y lo pensamos en lo que hacemos tiempo en nuestras agendas para que las empresas se queden sin pendientes mientras estamos fuera?

La cena continu贸 sin prisa, con calma, con gusto y agrado. Los platillos, tal como se miraban, sab铆an: deliciosos. Incluso el postre, un sencillo cuenco de fresas con crema batida y un poco de chocolate les encant贸. Apo coincidi贸 con Mile sobre que la cocinera ten铆a unas manos maravillosas.

Salieron a caminar un rato despu茅s de la cena. Mile entrelaz贸 las manos de ambos y nunca dej贸 de dar ligeras caricias con el pulgar sobre el dorso de Apo.

—Adem谩s del verde, la m煤sica, las guitarras, viajar y conocer, ¿qu茅 m谩s te gusta?

El jard铆n de la mansi贸n era muy amplio—. Me gustan los negocios. Disfruto del proceso y la satisfacci贸n que me da cuando se realizan exactamente como los plane茅, o mejor.

Los negocios de los Romsaithong's siempre estaban en lo alto de las listas empresariales del pa铆s. Asinti贸 a su respuesta. Los de la familia de Apo abarcaban un 谩rea distinta, pero tambi茅n siempre aparec铆an en los listados.

Indudablemente quer铆a continuar la pl谩tica y saber m谩s de los gustos de Mile, pero no pod铆a concentrarse del todo. Ten铆a m谩s en mente el calor de la mano que sosten铆a la suya que cualquier cosa empresarial. Suspir贸, casi rega帽谩ndose porque sent铆a la mente dispersa, o, mejor dicho, m谩s centrada en una sola cosa.

Lo que Apo no sab铆a era que a Mile le estaba costando igual o m谩s mantener el inter茅s en el tema, cuando en realidad lo 煤nico que le interesaba era besarlo. Ten铆a tantas ganas de besar esos labios y saborear su boca que seguramente todav铆a ten铆a un poco del sabor de las fresas dulces.

Tan s贸lo imaginarlo se lami贸 los labios y solt贸 un suspiro doloroso.

—¿Sucede algo?

—Quiero besarte —confes贸, un poco cabizbajo.

Mile fue sincero desde el inicio con su inter茅s f铆sico hacia Apo, pero tampoco quer铆a hacerlo sentir como si s贸lo eso le interesara de 茅l. En la noche se qued贸 pensando en eso y en lo que rond贸 en su mente mientras hablaba con Jeff. Le interesa Apo sexualmente; sin embargo, su inter茅s fue creciendo m谩s y ya no s贸lo le interesa de esa manera. Quiere besarlo tanto y tomar su cuerpo, pero no es un perro en celo y no quiere que Apo lo llegue a percibir as铆.

Entonces, quiere avanzar y "adiestrarlo", acostumbrarlo a 茅l para que su feromona alfa no lo da帽e y sea mal recibida. Siente la urgencia de tomarlo y tocarlo sin l铆mites, mas teme asustarlo.

Apo le dijo en uno de los tantos mensajes que el que fuera alfa es irrelevante, pero Mile todav铆a quiere tener cuidado porque la mente y cuerpo no siempre compaginan y aunque 茅l diga que no le importa tal vez su instinto alfa reacciones diferente. Ahora que lo tiene al lado eso viene m谩s a su mente, junto con las ganas de lamer esos deliciosos labios.

Mile casi se r铆e de s铆. Quiere pensar que no es un perro en celo, pero actualmente comienza a sentirse como uno.

—¿Y por qu茅 no me besas? —pregunt贸 Apo ante el refreno de Mile.

La risa de Mile no fue divertida y sus cejas se contrajeron, pero despu茅s no pudo evitar encontrar tierno a Apo y su pregunta, as铆 que termin贸 sonriendo muy muy ampliamente. Esto hizo que a Apo se le acelerara el coraz贸n.

A Mile le encantan los ojos de Apo, y a Apo siempre lo deja sin aliento la sonrisa de Mile.

Volte贸 hacia otro lado cuando sinti贸 el rostro caliente, tanto por la pregunta que hizo como por el efecto de la sonrisa. Mile se acerc贸 y dej贸 poca distancia entre los dos. No dej贸 la mano que sosten铆a, pero puso la otra en su cintura y la acarici贸.

—Promet铆 que este encuentro ser铆a m谩s…铆ntimo. ¿Lo has estado esperando?

—…

—¿Hmm?

—S铆.

—¿Qu茅 m谩s has esperado? —la voz de Mile baj贸.

—Que me beses.

—¿S贸lo eso? —tambi茅n se hizo m谩s grave.

Apo trag贸 en seco—. Y que me toques.

—¿En d贸nde quieres que te toque?

—Ya… sabes…

—No, no. En realidad, no s茅 —objet贸 Mile y acerc贸 la boca a la oreja de Apo para hablarle casi en un susurro—. Puede que quieres que te toque aqu铆, o ac谩 —pas贸 la yema de los dedos por los labios de Apo y luego los barri贸 al cuello—. Tal vez prefieras que te toque por aqu铆 —barri贸 el pulgar sobre el pectoral izquierdo, arriba de la fina camisa de vestir que llevaba—. Tambi茅n puede que quieras que te toque aqu铆 enfrente —baj贸 la mano hasta la hebilla del cintur贸n de cuero negro y ejerci贸 poqu铆sima presi贸n—. Quiz谩, mejor a煤n, quieras que toque, lama y chupe tu parte trasera…

Apo apret贸 en su pu帽o la ropa de Mile y por instinto se acerc贸 m谩s. El calor comenz贸 a escalar por su cuerpo y su vientre cosquille贸. Mile se peg贸 m谩s a 茅l. Pelvis contra pelvis fue evidente el tipo de emoci贸n que estaba embargando a ambos. El apetito sexual de un alfa es r谩pido de crear, no se necesita mucho, y es dif铆cil de aliviar.

—¿Te parece si vamos adentro?

—S铆.

El lugar al que alcanzaron a llegar antes de que comenzaran a besarse fue la sala.

El beso comenz贸 lento y tortuoso. Mile primero beso las comisuras de sus labios antes de lamerlos, besarlos, tirarlos y juguetear con ellos. Apo enterr贸 las manos en su cabello para acercarlo a 茅l y dejarlos a los dos sin aliento. Cuando tomaron aire un hilo de saliva colg贸 entre los dos. Apo se relami贸 los labios y se acerc贸 por m谩s.

El deseo sexual aument贸 y tuvo la necesidad de quitarse un poco de ropa por el calor que no lo dejaba y por lo estorbosa que resulta. Como su ropa comenz贸 a estorbar tambi茅n lo hizo la de Mile, quien no dej贸 de acariciarle el cuerpo a sus anchas. Le desaboton贸 la camisa y cuando se deshizo de ella dej贸 que hicieran lo mismo con la suya.

A Apo se le atasc贸 un poco el aliento cuando las manos de Mile fueron a parar a su trasero y le apret贸 las nalgas. Es la primera vez que alguien le acaricia de esa manera y tiene que admitir, no puede evitar que el pensamiento de ser penetrado en alg煤n momento lleg贸 como una brisa a asustarlo durante un instante. Sin embargo, la manera en la que Mile continu贸 con sus caricias en el cuello, la clav铆cula y posteriormente en el pecho, le nubl贸 el juicio.

Cuando la boca h煤meda bajo hasta sus pezones, casi lo hace a un lado. El mismo Apo acarici贸 de esa manera a sus parejas y las vio disfrutar. Jam谩s pens贸 que 茅l podr铆a llegar a estar en ese lugar, menos a煤n imagin贸 que llegar铆a a descubrir que, de hecho, las caricias con lengua y manos lo estimular铆an lo suficiente como para generarle un placer desconocido.

Fue m谩s impactante para 茅l cuando un gemido sali贸 de su boca. Fue un tipo de gemido desconocido para sus propios o铆dos.

Sin embargo, para los de Mile, fue algo tan delicioso de escuchar que se obsesion贸 por m谩s.

«Incluso su gemido es bonito», pens贸.

Con ambos desnudos de la cintura para arriba, Mile lo recost贸 sobre el sof谩 y se subi贸 encima de Apo con cuidado de no aplastarlo. Continu贸 con el beso.

Le lami贸 los labios y sujet贸 entre los dientes para dar peque帽os y ricos tirones, en contraste le dio suaves besos—. Saca la lengua —le pidi贸. Apo lo hizo y se estremeci贸 cuando Mile comenz贸 a chup谩rsela y juguetear con ella usando la propia. A este 煤ltimo le recorri贸 una sensaci贸n ya conocida en la entrepierna cuando sinti贸 a Apo apretarle los hombros con las manos.

Mile baj贸 poco a poco a su cuello. Apo, con el fervor escalando en todo su cuerpo y la emoci贸n de lo que estuvo espectando todo el tiempo, le dio m谩s acceso para que jugara cuanto quisiera.

—Po...

—¿Mn?

Levant贸 la cabeza para mirarlo a los ojos—. Deja salir un poco de tu feromona.

Apo arrug贸 las cejas. Mile volvi贸 a enterrar el rostro en su cuello y, cuando la feromona comenz贸 a salir en peque帽as cantidades del cuerpo de Apo, se deleit贸.

Acostumbrado ya casi toda su vida a recibir feromonas alfas no en forma de ataque, Mile se bebi贸 las de Apo como si fuera una droga. Las oli贸 por primera vez y le encantaron. La fragancia le record贸 a un lago que te da un olor diferente dependiendo la hora del d铆a y la estaci贸n del a帽o; refrescante, limpio, con una fuerte sensaci贸n de honestidad y viveza. Y, para su sorpresa, a pesar de que era la feromona de un alfa dominante, que son conocidas por ser m谩s intensas, sinti贸 en la punta de la lengua un rastro dulz贸n.

Le gust贸 el contraste del olor de las feromonas, m谩s fresco, y el del olor corporal natural de Apo, m谩s c谩lido, como la sensaci贸n de cuando entraba a una panader铆a en Italia: apetecible y familiar.

—Ah...

—¿Duele? —pregunt贸 Apo, un tanto temeroso. Ya ha presenciado ataques de feromonas entre alfas cuando las cosas se descontrolaron, y la expresi贸n en uno de aquellos alfas fue dolorosa.

—No... Son deliciosas.

Con su respuesta, Apo se relaj贸 y cohibi贸 por partes iguales. Un bonito sonrojo le puso la piel morena m谩s bonita y apetitosa.

—¿Puedes dejar salir un poco m谩s?

Ya que Apo s贸lo permiti贸 que salieran pocas, estas no fueron suficientes para Mile y adem谩s se dispersaron con rapidez gracias al sistema de ventilaci贸n de la mansi贸n.

La feromona sali贸, esta vez la cantidad fue mayor. Para Mile se sinti贸 como una fiesta y volvi贸 a ese lago cristalino. Apo, al ver su reacci贸n y c贸mo no le afect贸, se anim贸 a pedirlo tambi茅n—. ¿Puedo sentir las tuyas?

—¿Est谩s seguro?

Lo pens贸 un momento—. T煤 ya oliste las m铆as.

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